No me falles
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Introducción

Una historia real e inquietante sobre los hechos acontecidos hace dos años. La cruda realidad hecha pedazos. Con tus comentarios y tus ideas puedes cambiar el curso de la historia. Todo lo que aquí se cuente y ocurra es cierto, tan solo depende de tí , de hasta dónde estés dispuesto a investigar, para saber lo que ocurrió realmente.

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La peor de todas tus pesadillas comienza cuando un error del pasado llega hasta el punto en que termina cuando tus amigos empiezan a morir.

O de "Origen" - Capítulo 16

viernes, 31 de diciembre de 2010

El origen de todos nuestros problemas, en algunas ocasiones, puede estar más cerca de lo que uno se piensa. Cualquier circunstancia, motivo o acción puede ser la pieza desencadenante de todo lo que acontecerá más adelante. Si uno quiere hallar la solución a lo que le ocurre, simplemente debería encontrar aquella pequeña chispa que provoca el incendio, con el fin de extinguirla.

Beatriz era una de esas personas que sin poder evitarlo formaba parte siempre del origen de algo. Caprichosa, consentida, insoportable, egoísta; esas eran una de las muchas cualidades que Beatriz poseía y que no lograban aceptar sus amigos.

Su difícil personalidad la hacía a la par que popular, poco querida entre su grupo de colegas. Ella solo deseaba tener un bonito verano , pero notaba que ninguno de ellos le entendía.

Con tan sólo 11 añitos, Beatriz sacaba de quicio a todo aquel que compartía metros cuadrados con ella.

Su padre y el de su amiga Anna eran muy amigos; por eso les invitaron a ella y a su familia a pasar el verano en Cádiz aquel año. Para todos, 1996 fue un año ejemplar , pero para ella fue una época que no quería recordar.

Menos mal que Beatriz contaba con la compañía de su pajarito Pico. Él era el único que le comprendía. Todos parecían tan unidos; todos menos ella. Joaquín , Celia, Ricardo, Cristina y su amiga Anna; todos formaban una piña y ella era la oveja negra que no pegaba en el grupo.

En aquel momento se encontraban en una fiesta que daba Anna en su casa y a la que seguramente hubieran preferido que Beatriz no fuera. Todo el mundo la ridiculizaba, todos menos Anna.

Beatriz veía a todos sus amigos reír, pero ella simplemente vislumbraba a pobres nauseabundos. “No tienen ningún glamour” , pensó. La única que tenía clase y gozaba de prestigio era ella.

Todos sus amigos estaban jugando a un juego de mesa , mientras que ella aún siendo impropio de su edad, se limaba las uñas sentada en una silla. Cogió un discman que vió encima de la mesa y empezó a tantearlo. Su inteligencia no era demasiado sublime:

- Beatriz: Jo, Anna ¿Cómo se enciende esto?

Al ver que Anna ni siquiera reparaba su atención en ella, volvió a insistir.

- Beatriz: Jo , Anna, ¿ Cómo puedo escuchar música?

Esta vez si que todos le oyeron.

- Joaquín: ¿Qué pasa Beatriz?, ¿No sabes el mecanismo de un botijo?

Todos al unísono empezaron a reírse de ella y se sintió súbitamente acorralada. Necesitaba escapar de la situación.

- Beatriz: Jo Anna, yo me voy.

Beatriz atravesó refunfuñando la puerta de casa y Anna que se sentía responsable de ella, pese que no le agradaba mucho su compañía fue tras su rechazada amiga. Aún en la calle Beatriz seguía oyendo las risas burlonas de sus amigos.

- Cristina: Menuda pava la tía, no se como puede ser así , es inaguantable.

- Ricardo: Porque se parece a ti – reí , lanzándole la caja del juego al que estábamos jugando –

- Cristina: A lo mejor le has enseñado tu, payaso – Me devolvió la caja tirándomela –

Entonces empezamos una batalla tirándonos entre nosotros aquél semicubo y cuando entró Anna por la puerta me encargué de lanzársela. Ella lo cogió al vuelo y soltó: “!Estaros quietos!” , cuando nos devolvió enfadada la caja , la lanzó con tan mala puntería que fue a parar directa a la jaula de Pico, la mascota de Beatriz. La pajarera se soltó de donde estaba agarrada estampándose contra el suelo de mármol. El ave con el impacto se quedó inmóvil y dejó de respirar.

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El acceso a la comisaría de policía estaba ubicado sobre Diagon 69. Allí se accedía a un hall, y a la izquierda se encontraba un pasillo con oficinas; a la derecha el despacho del comisario y la escalera que conducía al piso superior.

Sobre la diagonal se accedía a un patio a través de una puerta. A la izquierda del patio se ubicaba un acceso vehicular, cuyo portón se encontraba también sobre Diagon 69. Actualmente ese espacio se encuentra tapiado.

Hacia el fondo del predio se encontraba la sección de detenidos, compuesta por una galería. A la derecha de ésta se ubicaba el cuarto de guardia. Desde la galería, atravesando una puerta de chapa con rejas, se podía acceder a un pasillo con pileta, en el que desembocaban cuatro celdas pequeñas y un baño.

En una de las oficinas mencionadas anteriormente, se encontraba la inspectora Reyes; una señora ruda, de pelo corto y fría en facciones; pero a la vez infinitamente elegante, y si hubiera sabido lo que se le venía a partir de ese momento, jamás me habría dejado atravesar su puerta.

- Reyes: ¿ Y me puede decir dónde se encuentra esa señorita?

- Ricardo: ¿¡Pero es que no me ha oído!? Ese hombre: Ángel Salvador, es el responsable de su desaparición. Y no sólo eso, también es culpable de el asesinato que se cometió junto a la Iglesia San Juan de Letrán.


- Reyes: Y usted me esta diciendo Sr Mairén , que únicamente porque vio unas fotos colgadas en casa de ese abogado, ya es culpable de un asesinato y de la desaparición de su amiga.

- Ricardo: No es solo por las fotos, todo cuaja; colabora con el concejal Antonio Velázquez desde fuera de la cárcel. Además ese diploma con el logotipo de Hypnos a su nombre también demuestra que está detrás de todo esto.

- Reyes: Sr Mairén, que el tal Ángel Salvador haya sido presidente de una organización de actores secretos no le convierte en asesino. Mientras no pasen 48 horas desde su desaparición no podemos proceder a su búsqueda. De todas formas no se preocupe, mi equipo de investigación están rastreando sus datos y cualquier teléfono que haya dejado alguna vez por internet o físicamente, será tomado para intentar localizarle.

Frustrado me levanté de la silla donde estaba sentado.

- Ricardo: Muchas gracias por nada

- Reyes: Cuidado con lo que dice Sr Mairen, si no quiere que le arreste por allanamiento de morada.

Cuando salí , Nacho vestido con el uniforme de policía me esperaba a la salida.

- Nacho: ¿Cómo ha ido?

- Ricardo: Nada, muy mal. Esa señora o es idiota o es que no me entiende.

- Nacho: Tranquilo tío, mira haz una cosa; no has parado en todo este asunto desde que llegaste a Cádiz. Relájate, tómate un respiro. Seguro que Sofía se encuentra bien, deja esto en manos de la policía que, en serio, saben lo que hacen. Ya veras como tendrás noticias de ella muy pronto. Ahora ve con Cristina y los demás, que te necesitan como amigo y no te ven mucho últimamente.

- Ricardo: Puede que tengas razón, gracias Nacho.

Nacho se quedó observándome mientras me marchaba y a continuación entró en el despacho.

- Nacho: Inspectora Reyes, no se tome a pecho su mal humor, el pobre chico está un poco trastornado por todo lo que ha pasado últimamente y ve cosas donde no las hay. No tiene que tomarle en serio, ya que ahora mismo es capaz de ver culpable de la desaparición de ese niño a todo el mundo que se cruce en su camino.

- Reyes: Ya le he dicho que iba a hacer todo lo posible por ayudarle. De todas formas no entiendo esa extraña obsesión que tiene por Jonathan Velázquez; por mucho que sea hermano de su íntima amiga, es totalmente absurdo que lo relacione con la muerte de sus padres. En fin oficial Villar, debería revisar los amigos que se está echando últimamente.

- Nacho: Ya me conoce inspectora, soy un trozo de pan, no niego mi amistad a nadie.


La inspectora Reyes sólo estuvo 54 minutos más en su despacho hasta que el departamento de investigación le llamó; habían localizado a Sofía.

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Desde que se despertó por la mañana, Horacio tenía el presentimiento de que su día no iba a transcurrir con normalidad. Trabajar en una cárcel puede sorprenderte cada día, pero cuando estás tan cerca del peligro y te defiendes tanto ante él , te dan una puñalada desde la confianza sin tan siquiera esperarla. Eran las nueve de la noche, y se encargaba de vigilar el patio oeste deshabilitado para la mayoría de los presos.

Hay otros en cambio, que gozaban de privilegios por ser gente adinerada, influyente o de alto estatus social. Entre ese grupo de aventajados se encontraban los políticos, que aunque no eran santo de devoción de Horacio, le habían dado de comer durante años.


Uno de estos últimos, vagaba por el patio en esas horas extras de descanso que la organización de la cárcel concedía a sus “preferidos”.

- ¡Caramba Horacio! ¡Cuánto tiempo sin verte!

El corazón de Horacio comenzó a palpitar rápidamente.

- Buenas noches Sr Velazquez. Si, hace mucho que no le veo.

- Que no te asuste ni te de lastima mi aspecto. En realidad estoy aquí porque así lo he querido, pero no soy una mala persona, ¿sabes? A diferencia de muchas personas que residen aquí, yo no he matado a nadie.

- No digo lo contrario señor.


- Después de tantos años trabajando en la seguridad del ayuntamiento de Cádiz, ¿Por qué decidiste cambiarlo por esto?. Con lo bien que nos entendíamos tu y yo.

- Dinero Sr Velázquez; tengo una mujer y dos niños que mantener.

- Ah claro, ¡Cómo olvidarlo! Tu mujer Estela sigue trabajando de secretaria allí. La vi en estos últimos días. Es una pena que haya tanta crisis, de hecho ahora desde arriba se están planteando despedir algunos empleados y sería una lastima que saliera entre las elegidas.

Esa afirmación podría haberse visto como un gesto de apoyo; pero al descifrar el tono y la expresión con la que Antonio Velázquez lanzó el comentario, se sintió amenazado de repente.

- Maldito hijo de puta...

- Shhhh Horacio... No vayas a decir palabras que pueden condenar definitivamente a tu mujer.


- ¿Qué es lo que quiere? – se relajó –

- Tan sólo un buen trato por los viejos tiempos. Dentro de muy poco va a llegar el momento en que voy a salir de este sitio y quiero concederte el privilegio de ser testigo de ello. Un papel fundamental en todo esto.

- Eso es imposible, las salidas están cubiertas por varios guardias , no sólo por mí. Por mucho que colaborara, es una prisión de máxima seguridad y no es tan fácil huir.

- Mmmmmm, supuestamente eres el oficial de menor rango de los de tu ala, ¿verdad?.

- Si, ¿Y eso que tiene que ver? . A la hora de vigilar somos todos iguales.

- Es cierto. Pero si ocurre algo más grave en la prisión, llamarían a cualquiera de tus compañeros antes que a ti, ¿No es cierto?

- ¿Y quién te dice que vaya a colaborar? , ¿qué ganaría yo a cambio?

- No me subestimes Horacio... ¿Acaso te crees que no sé que te fuiste del ayuntamiento porque tus compañeros te consideraban un perdedor? ¿Porque nunca llegaste a conseguir logro alguno?

El corazón de Horacio se tranquilizó, y los recuerdos junto con la ira, se apoderaron de él.

- Horacio, como te he dicho tu y yo nos entendemos muy bien. Y si me ayudas a salir de aquí, te aseguro que será la única oportunidad que te quede de convertirte en un héroe.

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Jamás hubiéramos pensado el disgusto que se iba a llevar Beatriz en aquel año.

Bajamos al jardín de nuestra urbanización nerviosos, sin saber qué hacer. Gracias a que Joaquín era el más inteligente y perspicaz de todos nosotros propuso una solución.

- Joaquín: Enterremos a Pico aquí. Diremos que no supimos cómo nos encontramos la jaula abierta y que se escapó.

- Anna: ¿Pero qué estas diciendo Joaquín? El pájaro estaba domesticado, hacía todo lo que le pedían. No se van a creer que huyó así como así.

- Joaquín: Bueno no es tan extraño. Al fin y al cabo es un animal encerrado en una jaula. Por muy domesticado que esté siempre hay una posibilidad de que se vaya volando.

Cuando todos entendimos la idea de Joaquín empezamos con nuestra labor. Celia removió y sacó la tierra del suelo para que cupiera el animalito, mientras Cristina vigilaba que no se acercara a nadie y Anna, Joaquín y yo, hacíamos los preparativos para envolver en un pañuelo al animalito antes de enterrarlo.

Desgraciadamente nuestros planes no funcionaron del todo, y fue Cristina la que falló en su accion para impedir que ocurriera lo inevitable. Beatriz apareció de la nada y nos acabó pillando.

- Beatriz: Ah, Y por cierto Anna , ¡mi diadema me la devuelves! ¿Qué estáis haciendo?

Beatriz se acercó al hueco estrepitosamente y vio en el fondo el cadáver del pájaro que a su madre le había durado tantos años.

- Beatriz: ¡Pico! ¿Pero que habéis hecho? ¡Habéis matado a mi mascota! ¡Asesinos! Se lo pienso decir a mama y os vais a enterar.

Parece que la suerte no estaba de nuestro lado, porque justamente en ese momento pasaban cerca de allí la madre de Anna y Beatriz y oyeron los gritos estridentes de la niña.

La madre se arrimó a su hija que permanecía en el suelo arrodillada y cuando comprobó que la mascota que tanto tiempo había ella cuidado estaba muerta, no pudo reprimir levantar la voz.

- ¡Beatriz! Pero que cojones has hecho.

- Beatriz: Han sido ellos mama, ellos lo han matado

La madre de Anna salió a resolver la situación

- ¿Es eso verdad Anna?

Anna estaba blanca y no supo responder. Por aquel entonces aunque éramos niños yo sentía cierta necesidad de proteger a Anna, ya que la consideraba como mi hermana. Más tarde me arrepentiría de lo que hice ante esa situación y de cómo reaccioné.

- Nosotros no hemos sido. Lo ha matado ella jugando con la pelota y nos quiere culpar de ello.


Recuerdo el sonido de la bofetada que pegó la madre a Beatriz, a la perfección. Su cara era parecida a la de un ogro, y se llevó arrastrando a su hija por la oreja hacia casa mientras ella lloraba desconsoladamente. La madre de Anna les siguió intentando tranquilizarle. Esa fue la última vez que vi a Beatriz.

Aunque los cinco sabíamos que mi contestación había sido inadecuada, ninguno se enfrentó a mis palabras, más bien todo lo contrario, se sintieron aliviados de haberles salvado el pellejo.


- Celia: Muchas gracias Ricardo. Si no fuera por ti, me hubiera caído un castigo tremendo.

- Joaquín: Joder tío, has acertado de pleno. Nunca lo hubiera hecho mejor, eres la ostia.

- Anna: No se qué deciros, a mí me da pena por Beatriz. No se si hemos hecho bien...

- Joaquín: ¡Anda Anna! Pero si es una niña insoportable. Lo que no se es como tus padres la siguen invitando a venir. Desde luego gracias a Ricardo nos hemos hecho todos uno. Se me ocurre una cosa, ¿Por qué no hacemos un pacto de amistad? A partir de ahora estaremos unidos para siempre...

Entonces Joaquín ingenió la creación del lema que mantendría unido a los cinco durante años:

“Ahora y por siempre los cinco estarán, y nada ni nadie los separará”


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Habían pasado muchos años desde que culpamos a Beatriz de un error que cometimos nosotros, y su castigo se prolongó hasta el punto de que sus padres decidieron no volver por Albagranera. Este día sería la ultima vez que los cinco nos reuniríamos como amigos. Realmente los que ahora se supone que eran mis amigos, distaban mucho de lo que fueron en el pasado:

Por un lado Anna había demostrado que no sentía ningún aprecio por Ricardo cuando le engañó con su amigo David; Cristina se había enfadado con él por sus investigaciones y estaba frustrada por haber estado apunto de morir cuando rescatamos a Celia; Joaquín había incrementado su enemistad con él también porque considera que lo que hago enturbia el comportamiento de su amiga; y Celia, ay Celia... , si ella pudiera hablar y contar todo, me ahorraría mucho trabajo y también mucho sufrimiento de ver a mi amiga en aquel estado tan lamentable.

Cuando llegué a encontrarme con ellos en el porche del edificio donde desde hace años servía como punto de encuentro, no sólo de los cinco, sino de todos nuestros amigos, la que mejor me acogió fue Cristina. Joaquín se mantuvo distante y no me dirigió la palabra, mientras que Anna temía encontrarse con mi mirada y cada vez que yo hablaba sonreía débil y tímidamente.

Lo cierto era que yo estaba ausente en esa ocasión, ya que en lo único que podía pensar es en Sofía. En dónde podría estar y lo mal que me sentiría si le hubiera pasado algo. De hecho era incapaz de conectar de ese tema. Debía hacer algo y pronto para salvar a esa chica. En la policía me habían tomado por imbécil, y quién sabe si los tentáculos de Antonio Velázquez podrían llegar a persuadir a las autoridades. En esta circunstancia, cualquier persona podría ser susceptible de chantaje. A lo que me enfrentaba era una magnitud muy alta, y algo que se habían molestado mucho en esconder.

De camino a la urbanización de Celia, ellos tres fueron hablando de unos chicos de Rota, que conocían de años pasados. Yo no sabía de quien hablaban ni lo que decían, así que me mantuve callado durante la conversación y ya que nadie me invitó a participar, sólo deseaba llegar a casa de Celia para recogerla y estar pendiente de ella, que ahora era la única, (además de Sofía), que me importaba.

Al girar el edificio de doce plantas en que Celia vivía, pasábamos por delante de la ventana que da al salón de Celia y nos la encontramos pegada a ella.

- Joaquín: Mirad, ahí está Celia. Parece más saludable.

Empezamos a saludarla con la mano desde abajo y cual fue nuestra sorpresa cuando Celia se llevó los dedos índice y corazón a sus labios para dar un beso y lanzárnoslo hacia dónde nos encontramos. Nos quedamos impactados.

- Anna: No puede ser. Ha recuperado la conciencia.

- Joaquín: Oh, dios mío.

Faltó tiempo para que Joaquín saliera corriendo hacia la entrada del portal bordeando el edificio. Yo fui tras él y al acercarnos descubrimos un camión de los bomberos justo bloqueando la entrada.

- Joaquín: Qué coño...

Un bombero se acercó a nosotros previniéndonos:

- Retiraos, hay fuego en una de las casas y está afectando a todo el edificio. No podéis entrar.

El bombero se alejó adentrándose con una manguera dentro del portal para comprobar el origen del fuego. Joaquín y yo nos quedamos preocupados, ¡Nuestra amiga se encontraba en un edificio que ardía en llamas!

Antes de que volviéramos junto a nuestras amigas, se acercó Cristina gritando y se puso más histérica aún al ver a los bomberos:

- ¡Celia!, oh dios mío, hay fuego en la casa de Célia.

Nos acercamos corriendo y comprobamos que en la ventana donde habíamos visto a nuestra amiga lanzándonos un beso se veía humo y cortinas al fondo quemándose.

- Joaquín:!Mierda! ¿Dónde está , Cristina? – Cristina no respondía - ¡Anna! ¡Dónde está Celia!

Anna se había puesto angustiada y sus ojos empezaron a verter lágrimas.

- Anna: ¡No lo se! Se alejó de la ventana. ¿Qué pasa? ¿Qué mierda está pasando?

Ninguno de los cuatro dejaba de apartar la vista de esa ventana. Y nuestro mayor susto se provocó cuando vimos a Celia estamparse contra el cristal e impactando sobre él. El cristal se empezó a agrietar. Había una verja que separaba el edificio de nosotros, a través de la cual podíamos ver a nuestra amiga. Nuestro estado de alerta era máximo.

- ¡¿ Que coño está haciendo!? - reaccioné –

Celia con la cara ensangrentada por el golpe contra el cristal retrocedió lentamente con dos pasos desapareciendo tras el volumen del humo y alejandose de nuestra vista. Joaquín le gritaba en vano.

- Joaquín: ¡Anna! ¿¡Anna que haces!!?

Tardamos segundos en comprender lo que pretendía hacer, pero a la primera que le vino la noticia es a Anna.

- Anna: Oh... dios mio... ¡Va a atravesar el cristal!

Al fin lo entendí:

- !NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Mis gritos dejaron sordo el sonido de Celia atravesando los cristales y precipitándose al vacío acabando finalmente con su vida y enterrando para siempre su secreto. Ninguno de nosotros, ni nadie, pudo evitar que Celia chocara contra el asfalto.

De lejos EL que había estado presenciando la escena que tenía lugar en aquel sitio, debería estar contento por haber conseguido lo que quería: que Celia muriera y con ella lo que sabía; pero no, Antonio Velázquez se había encargado de que si Celia desaparecía , su peor pesadilla estaría apunto de comenzar.


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Todo puede ser origen de algo; de una fuga en la cárcel, de un juego de niños, incluso de la búsqueda de una persona desaparecida.

Pero sobre todo, la peor de todas tus pesadillas comienza cuando un error del pasado llega hasta el punto en que termina cuando tus amigos empiezan a morir.

Ñ de "Ñorbo" - Capítulo 15

jueves, 2 de diciembre de 2010

Hace mucho tiempo que no os hablo bajo el nombre con el que me bauticé en esta historia: Don Nadie. Esta será la última vez que me dirija a vosotros antes de terminar de contaros mi relato . Quería felicitaros por haber estado leyendo hasta este punto de la tragedia, eso quiere decir que pretendéis ayudarme para conseguir mi propósito: Sacar a la luz esta historia.

Soy un cobarde, lo se; soy un miserable, lo se; y un mentiroso, eso también lo se; pero lo único que os pido es que hagáis saber a todo el mundo lo que aquí cuento, porque no tengo las suficientes agallas para hacerlo por mi mismo. Os pareceré bueno o malo, justo o injusto, aunque lo que sí os puedo asegurar, es que si fui malo, tened por seguro que fue porque no tuve oportunidad de elegir.

En este punto de la historia ya habían muerto varias personas entre las cuales se encontraban Gustavo y Esperanza Velázquez; últimas víctimas de la trama. Antonio Velázquez y su hija Celia enloquecieron, Ricardo estaba totalmente perdido entre tanto cabo suelto y Sofía aún no había aparecido, como tampoco lo hizo el niño de Albagranera.

¿Aún pensáis que pueden encontrarle vivo?, ¿tenéis tanta confianza?. Hasta lo que podéis llegar a intuir llegado este punto de la historia, es que Antonio en colaboración con Ángel Salvador, está intentando tapar todo este asunto en el que Celia parece estar por medio. Pero, ¿Es EL realmente Ángel Salvador?. Quedaba un poco todavía para descubrir la verdad, pero en ese instante no pude evitar que una imagen se me viniera a la mente:

La vez que en pleno mes de Agosto salí de mi casa, tan triste, cabizbajo, sin fuerzas ni ánimo, con camino hacia Wilou.

Wilou era el nombre de la constructora que inició las edificaciones más allá del paseo marítimo y justo donde acababa la playa y se alzaban las rocas. La empresa entró en quiebra y se paralizaron las obras. El ayuntamiento paralizó ese terreno durante años y hasta el día de hoy no habían llegado a un acuerdo para ceder esas tierras vírgenes. Lo único que perduró fue el nombre, ya que esa zona todo el mundo la conocía bajo aquel apodo.

Pero si algo único quedaba en esas tierras, era la flor de ñorbo, conocida porque una antigua sanadora hindú la llevaba donde descansaban los muertos para que su alma se purificara. Me pareció un detalle ir a recoger unas cuantas a esa zona desértica, ya que era lo único vivo que quedaba en ella, y si hubiera sabido lo que más tarde descubriría y lo que vosotros acabaréis sabiendo al final, me hubiera resultado hasta bonito coger esas flores de aquel sitio.


Me recuerdo a mi mismo con un ramo de esas flores llegando a mi destino. Había mucho silencio en ese lugar, lo único que se oía era la lluvia golpeando fuertemente contra el suelo, lo cual no quiere decir que estuviera solo; decenas de personas se apelotonaban alrededor mía sin mediar una palabra. Me encontraba en el entierro de uno de los protagonistas de esta desgracia que estaba a punto de acabar con su vida.

¿Pensabais que había pasado lo más trágico? Os equivocáis, lo peor aún estaba por llegar...

N de "Nostalgia" - Capítulo 14

Parece mentira la forma en que los seres humanos construimos algunas emociones. Sin embargo, algunos de esos sentimientos son mucho más comunes de lo que parecen a simple vista. La nostalgia era uno de ellos; y en el fondo somos algo masocas, porque en cierta medida disfrutamos anhelando aquello que jamás podremos volver a tener.

Mi amistad con Cristina era única. Como parte de “Los 5” junto a Joaquín, Anna y Celia; compartíamos secretos muchos más íntimos que con el resto de nuestros amigos.

Cristina combinaba su trabajo de enfermera con su pasión por la peluquería, por eso aproveché ,mientras esperaba la respuesta de Nacho, para cortarme el pelo en su local.

Cristina recortaba las puntas de mi cabello, y yo en cambio no dejaba de pensar en mi móvil. Treinta y ocho llamadas perdidas al teléfono de Sofía, y ni una sola contestación. Aquello no era normal, algo tenía que haber pasado durante su visita a Hypnos.

- Cristina: ¿ Te lo dejo así?
Cristina sujetaba un espejo de mano para enseñarme la parte trasera de mi cuero cabelludo.

- Ricardo: Perfecto, gracias. Aún no te he preguntado..., ¿Cómo te encuentras después del incidente en el Hospital?


- Cristina: ¿Sinceramente? – asentí - . Sigo tremendamente afectada. Un segundo más y me hubiera resbalado por ese balcón. Pensaba que iba a morir; no sabes la suerte que tuve. Y en cuanto a Celia..., si hubiera sabido que su padre iba a pillarnos en la habitación, jamás me hubiera prestado para preparar aquello. Gracias a Dios que conservo el trabajo, y mis jefes no se han dado cuenta de que fui yo quien lo organizó.

- Ricardo: Cris, ¿no recuerdas ya nuestro grito de guerra? “Ahora y por siempre los cinco estarán, y nada ni nadie los separará”

Noté cierta tristeza en los ojos de Cristina.

- Cristina: Si... Cuando éramos pequeños todo era tan fácil, tan diferente... Ahora que somos adultos, las cosas se ven de distinta forma.

- Ricardo: Vamos Cris, no pienses así. Ahora Celia ya está a salvo de ese miserable. Volvemos a estar los cinco de nuevo.

Cuando consolaba a Cristina apareció Nacho en el local. Y al leer la expresión de su rostro me di cuenta que había localizado el domicilio al que correspondía aquel teléfono.

- Nacho: ¡Aquí tienes chaval! Me ha costado mucho encontrarlo , pero al final lo he conseguido.

- Ricardo: Muchísimas gracias Nacho, te debo una.

- Cristina: Un momento, ¿Qué es eso?

- Ricardo: Es el número de teléfono de la persona que compró el cuadro de Antonio Velázquez que está expuesto en el museo de La Cabrera. Estoy seguro de que ese lienzo esconde algo, ya te contaré, pero creo que puede ser una pista para saber dónde está Jonathan Velázquez.

Cristina soltó el espejo estampándolo de golpe sobre la mesa.

- Cristina: ¡¿Pero es que aún sigues con esas tonterías?! Ya me dijo Joaquín que lo estabas investigando pero pensaba que se te habría pasado la tontería. Más que nada porque aún debes mostrar un respeto hacia tu amiga.

- Ricardo: Precisamente ella es por quien hago todo esto. Me tengo que marchar. De nuevo gracias Nacho.

- Cristina: Espera Ricardo, he quedado con Joaquín y Anna a las 10 de la noche. Acompáñanos y recogemos a Celia para recordar viejos tiempos, ¿Quieres?

- Ricardo: Claro, cuenta con ello.

Cuando me marché, Nacho cogió el cepillo, dispuesto a barrer los pelos que se habían desprendido de mi cabeza. En la primera barrida notó una fuerte presión en el brazo. Cristina le había agarrado con fuerza, y dejó caer el palo al suelo.

- Cristina: Ya has sido suficientemente útil.

- Nacho: Lo siento, me lo pidió de sopetón y no supe como negarme a hacerlo.

- Cristina: Sabes de sobra lo peligroso que es tener a Ricardo metiendo las narices en este asunto. ¿Sabrás lo que tienes que hacer, no?

- Nacho: Lo se. Le pisaré los talones para asegurarme de que no vuelva a la carga.

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EL estaba profundamente decepcionado. Todos sus intentos por evitar el secuestro de Celia habían sido frustrados. Al principio pensó que aquel secreto jamás se descubriría, pero metió la pata. Ahora más que nunca la verdad estaba a punto de salir a flote.

Lo único que provocó aquel mensaje, es que encarcelaran al padre de Celia y que con ello perdiera toda la custodia. Su único aliado, el único colaborador, lo había vagamente malgastado y ahora la única salida que le quedaba era huir.

Se encontraba en el aeropuerto de Jerez de la Frontera preparado para volar a Madrid y posteriormente a Ámsterdam. Allí se quedaría escondido hasta que la noticia saliera a la luz, ya que era cuestión de tiempo que Celia hablase y contara absolutamente todo.

Estaba en la cola de pasajeros. La puerta de embarque con destino Madrid se había abierto y repentinamente sonó su teléfono. Al mirar la pantalla, reconoció el número de inmediato: Antonio Velázquez.

La llamada duró tan sólo unos segundos. Una franja de tiempo demasiado elevada si la comparásemos con lo que tardó en salir del aeropuerto y coger un taxi de vuelta hacia Albagranera.

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Y al final llegué a esa dirección, sin saber que lo que me iba a encontrar sería mejor no haberlo descubierto. Tenia en mente hacerme con ese cuadro justo en ese instante y usar mis artimañas para negociar con el comprador. Seguramente aquel objeto indicaría mucho más de lo que a simple vista aparentaba.

Justo cuando iba a atravesar el portal, mi móvil sonó y estuve a punto de rechazar la llamada para silenciarlo; pero instantáneamente me lo replanteé. ¿ Y si fuera Sofía?

Cuando descolgué la línea perdí mis esperanzas. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de mi tío Hilario. Aún siendo la persona que presentó a mis padres, no es que fuera pariente mío exactamente, pero yo lo sentía como tal. Me estuvo apoyando mucho durante su muerte y desde entonces no sabía nada de él. Hilario era un experto en medicina y analista de ADN.

- ¡Ricardo! Cuanto tiempo sin saber de ti ¿Qué tal llevas tu verano en Cádiz?

- Pues bueno, los he tenido mejores. Me alegra que me llames, no te veo desde el entierro.

- Por eso te llamo, estoy camino de Cádiz ahora por un asunto de trabajo y me encantaría tomarme una cerveza contigo . Te llamaré en cuanto llegue.

Hilario era una de las pocas personas auténticas que quedaban en este mundo. Tan entregado y honrado , que daba gusto mantener una larga conversación con él. Pero en ese momento lo que menos me apetecía era tomar una cerveza en un bar. Mi deber era descubrir la verdad sobre el caso Albagranera y ante todo comprobar que Sofía estuviese a salvo.

Llegué a la planta y puerta que se correspondía con ese número de teléfono y para mi sorpresa me encontré con que estaba entreabierta. Toqué el timbre pero no obtuve respuesta alguna, y tampoco se veía luz en el interior.

Al empujar la puerta me adentré en la vivienda. Todo estaba muy oscuro , así que encendí las luces y analicé la estancia. Parecía estar deshabitada; empecé a echar un vistazo al salón y me detuve en una de las fotos, en ella salía Ángel Salvador.

Tuve que comprobar todas y cada una de las fotos del salón y me encontré ,para mi sorpresa, que Ángel era el comprador. En esa ocasión me alegré; seguramente él se habría adelantado para descubrir lo que escondía aquel cuadro. Probablemente Ángel ya sabía el camino que marcaba esa obra.

Empecé a llamarlo por toda la casa, pero no obtuve respuesta. A continuación lo intenté por teléfono, pero tampoco hubo suerte. Vi al final del pasillo una luz que salía de una de sus habitaciones; era un despacho. Me aproximé y nada más entrar vi aquellas fotos.

Las imágenes de mis padres, de Rodolfo Pastaso, del chico que seguramente fuera Gustavo y de Sofía. Todas ellas tachadas. No entendía qué significaban esas fotos, pero de repente me vino a la cabeza la foto de David tachada en la habitación de mis padres.

Estaba tan absorto con todo el alubión de pensamientos que aterrizaban en mi cerebro, que no reparé en el diploma colgado justo detrás de mi. Era un registro firmado con el logotipo de Hypnos y con el nombre de su director: Ángel Salvador.

Entonces cuando la lógica me atrapó, unas gotas de sudor frío empezaron a derramarse por mis sienes. Ahí fue cuando descubrí que había estado engañado y que aquel hombre pretendía cualquier cosa menos ayudarme , ahí fue donde comprendí que los extremos son como trampas o emboscadas ; y que permanecer en el medio, ni siquiera te deja opción para poder aferrarte.


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Si te hubieran dicho antes, que te encontrabas en el mes de Agosto, ¿Te lo hubieses creído? Probablemente Antonio Velázquez no. Era extrañamente sorprendente el frío que hacía en verano por los pasillos de la cárcel de El Puerto. Antonio Velázquez meditaba sujetando su teléfono en el patio, cuando Brotox le sorprendió.

- Brotox: Eh tu, ¿Tienes la pasta?

- Antonio: Aún no. No es el momento para que mates a El Nalo. Cuando llegue la hora te avisaré.

- Brotox: No te andes con juegos concejal. Si veo tan solo una mentira, seré yo mismo quien me encargue de romperte el cuello.

Pese a que Brotox era el triple de grande en tamaño que Antonio Velázquez, este no se intimidó, y es más , hasta se atrevió a sonreír.

- Antonio: Tranquilo Brotox. Los dos tendremos lo que deseamos. Se paciente, no tendrás que esperar demasiado tiempo.

En cuanto perdió de vista a aquella bestia, marcó el número.

- EL: ¿Qué quieres?

- Antonio: Vaya, vaya... esto sí que es una sorpresa. Así que fuiste tú quien me avisó del secuestro de mi hija. Fuiste muy listo, al final conseguiste lo que querías: verme en prisión.

- EL: Te equivocas. Lo único que pretendía es que sus amigos no la sacaran del hospital.

- Antonio: ¿Ah si? ¿Y de qué tienes tanto miedo?, si se puede saber.

- EL: No tengo miedo de nada, únicamente me preocupo porque esté atendida lo mejor posible.

- Antonio: Bueno, ahora que yo estoy aquí, alguien se tiene que hacer cargo de Celia cuando yo no esté, y quién mejor que tú para hacerlo.

- EL: Imposible, estoy en el aeropuerto a punto de coger un vuelo para Madrid.

- Antonio: Definitivamente me has juzgado mal, ¿sabes?. ¿Acaso piensas que no se que fuiste tú quien intentó que mi hija se suicidara con aquella cuchilla? Es una pena que te vayas a quedar sin vacaciones, pero... si no mantienes a Celia con vida, te haré plenamente responsable de la desaparición de mi hijo. Y créeme, eso no te va a gustar nada.

Antonio colgó y suspiró satisfecho. Aunque había conseguido lo que pretendía y se podía haber esperado la identidad de EL, con lo que no contaba , es que Celia ya hubiera despertado y fuera demasiado tarde para evitar lo que estaba apunto de suceder.

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Estaba rodeada de Sangre. Celia permanecía sin palabras observando como aquel cuerpo se desangraba. Había cometido un error muy grave y no sabía como remediarlo.

Se sentía loca. Claramente ella notaba que su mentalidad se había trastornado durante todo este tiempo. Cualquier fallo que cometiera sería una nimiedad comparado con lo que le habían arrancado de su piel, ya daba igual cómo remediarlo. Había perdido todo; a su querido hermano al que tanta envidia tenía, a su padre que se había vuelto un psicópata y que la odiaba con todas sus fuerzas por lo que había hecho, y a David, la persona a la que tanto había amado.

En su habitación , dio dos vueltas a la manilla de la caja de música, que tenía desde la infancia y se abrió con una bailarina moviéndose al ritmo de la canción. Casualmente la música que sonaba era la misma ópera que su madre puso en el comedor. ¡Era una canción tan preciosa! Aunque lo que escondía el fondo de la caja de música era mucho menos agradable: Esa foto. La foto en la que se mostraba lo que le ocurrió a su hermano y que escondió al poco tiempo de perder la razón. La foto que guardó en el bolsillo de su vestido el día en que él desapareció. Nadie sabía que se hallaba allí, únicamente ella, y ahora era el momento de que saliera a la luz.

Se dirigió desde su casa al rellano. La tarde estaba silenciosa y ningún vecino atravesó la puerta de su hogar. La urbanización Valparacino tenía la peculiaridad , que en todas las plantas de sus edificios había un cuarto con una pequeña bandeja para dejar la correspondencia, con vistas a que el conserje las hiciera llegar a Correos.

Celia ya se encargó de todo para que esa foto acabara en aquel pequeño buzón con el sobre y sello correspondiente, e inscribiendo a un único destinatario: Ricardo Mairén.

Cuando volvió a entrar en su casa y cerró la puerta, la tristeza y la nostalgia se apoderaron de ella al ver tirado el cadáver en el suelo de la cocina. Era la hora de marcharse.

Mientras sonaba la ópera cogió las botellas de vino que había en las estanterías y las esparció encima del cuerpo. Después encendió una cerilla y la casa empezó a consumirse poco a poco por las llamas y Celia se sentó en una silla para observar como sus recuerdos lenta y trágicamente se desvanecían.

Recordar algo bueno que nos ha pasado en la vida y que dejó de ser así, no es la mejor forma de salir del sufrimiento. Hay tantas cosas que nos hacen recordar lo que podríamos tener y no tenemos: una larga melena, un viaje hacia otro país donde puedas ser felíz, la libertad de no estar entre rejas... Aunque algunos otros objetos, lo único que nos pueden hacer rememorar, es cómo arruinaste tu vida por una estupidez a cambio de no conseguir nada. A Celia desgraciadamente le habían tocado los de esta última clase, y aquella foto marcaba un horror que pocas pesadillas pueden imitar.

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